Al hablar de uso y abuso de sustancias (drogas) o conductas (juegos, pornografía, etc.) nos referimos a la relación que crea un individuo con un estímulo externo que tiene consecuencias sintomatológicas cognitivas, comportamentales, fisiológicas o relacionales, y además continúa consumiéndola a pesar de las consecuencias mencionadas. Usualmente su uso va acompañado de justificaciones, racionalizaciones o excusas para seguir consumiendo, tales como “Todo el mundo lo hace”, “A mí no me hace daño”, “Puedo parar cuando yo quiera”.
Cuando hablamos de dependencia hacemos referencia a la incapacidad física y fisiológica de un individuo de abandonar o dejar de consumir la sustancia a pesar del daño que le esté provocando o el deterioro relacional, laboral o educativo que surge del consumo. Todo uso y abuso de sustancia si no se trata con tiempo puede pasar a la dependencia.
A pesar de la creencia popular la adicción a cualquier sustancia o conducta no es una decisión propia o controlada del sujeto, tiende a tener factores emocionales internos muy profundos, además de que existe evidencia significativa de un factor neurológico ante la presencia de alteraciones en el sistema de recompensa y de una disminución en la capacidad de postergar la gratificación.
Cualquier droga que sea consumida en exceso producen una activación directa general del sistema de recompensa cerebral, que está implicado en el refuerzo comportamental y en la producción de recuerdos, su intensidad hace que se descuiden las actividades normales, en vez de obtener dicha estimulación a través de comportamientos adaptativos, las drogas de abuso activan directamente las vías de recompensa produciendo sentimientos de placer, por ende personas con menores niveles de autocontrol que reflejan disfunciones en los mecanismos de inhibición cerebral, están más predispuestos a desarrollar una dependencia a las sustancias.
La primera parte de cualquier tratamiento relacionado con consumo es el aceptar que la sustancia o la conducta es un problema. Cabe destacar que hay diferentes niveles de gravedad de consumo independientemente de la cantidad que se consuma, por eso la evaluación inicial es vital para el proceso y la participación del entorno familiar un factor de recuperación prominente.
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